Listin Diario
Jessica Leonor
jessica.leonor@listindiario.com
Santo Domingo
El Prodigio inició en la música antes de poder sujetar con
sus manos el acordeón, teniendo que utilizar la barbilla para tocarlo.
Krency García no tiene registrado el momento exacto en el
que surgió su pasión por la música; y no porque le falle el recuerdo, sino
porque no existe en él una diferencia entre su amor rítmico y su vida misma.
“Tocaba el acordeón desde antes de caminar”, contó el artista.
El artista sigue siendo un hombre que disfruta experimentar
con la música y su inseparable acordeón es el cómplice perfecto en la búsqueda
de nuevos sonidos.
Sonidos como los que se aprecian en su más reciente creación
“La reina del bar”, que forma parte del disco se prepara en la actualidad.
Con este álbum, el artista tiene como reto personal llevar
la música típica a los Grammy. Esta producción, según reveló a LISTÍN DIARIO,
se está trabajando con funciones de jazz, algo que ha dado como resultado lo
que él ha bautizado como “jazz ripiao”.
Esto es lo último que prepara García, a quien siendo apenas
un bebé su padre colocaba el acordeón en lugares donde él no lo pudiera
alcanzar, ya que era evidente la motivación que desde pequeño mostró por el
instrumento. “Un día mi padre dejó el acordeón en la cama y yo lo halé y cayó
en el piso y en el piso lo comencé a tocar y saqué una melodía que sonaba en la
radio en ese entonces, y mi padre dijo ‘diantre, este muchacho va a salir
músico”, expresó.
Confiado en el virtuosismo del chico, el padre del
prodigioso Krency se negó a llevarlo al Ayuntamiento de su pueblo, donde
funcionaba una banda musical que siempre llamó su atención.
Pero el lazo con la música era más fuerte cada día. Tras
salir de la escuela, se desplazaba nueve kilómetros para recibir clases,
especialmente de saxofón y otros instrumentos que le apasionaban. “Yo pasaba
por el ayuntamiento de mi pueblo con mi papá y escuchaba la trompeta y me ponía
loco con esos instrumentos y le decía ‘llévame para allá que yo quiero estudiar
música y él me decía que no’”. Según su padre él no necesitaba estudiar música
porque nació con eso.
Tocaba fiestas con solo 11 años
Cuatro años después de que su primo Samuel García le
endilgara el sobrenombre de El Prodigio, este lo escuchó en la emisora “Radio
Nagua” y fue a verlo, donde se habló de grabarle un merengue.
“A partir de ahí él se convirtió en mi mánager y yo con 11
años tocaba hasta siete fiestas en la semana”, recuerda Krency García. Esto
provocó que en este período, cuando cursaba el séptimo curso, bajara su
rendimiento en la escuela.
Después de terminar la primaria partió a Estados Unidos con
su padre, donde emprendió la aventura musical teórica en un nivel más
comprometido.
Creó un grupo y al mismo tiempo que se preparaba, tocaba en
restaurantes. “Yo manejaba, cargaba mis equipos de sonido, recogía a los
músicos y hacía los contratos con 16 años. Y después que llegaba de las fiestas
y sin dormir, me iba para la escuela”, explica.
El conocimiento adquirido tocando en el ayuntamiento hizo
que tuviera una buena base de teoría del saxofón, lo que facilitó que cuando inició
sus estudios en la Martin Luther King School, de Nueva York, lo promovieran en
poco tiempo a la banda de música como primer saxofonista de la Big Band.
“Ahí conocí a profesores reconocidos del jazz que me dieron
talleres interesantísimos sobre música, y tomaba clases de canto en otra
escuela”, agregó.
En este tiempo representó a la escuela en el Omega Arts
Festival, en el que participaban cinco Estados. “Gané el primer lugar en las
dos ocasiones y me dieron una beca para estudiar en Berklee College. Me
enviaron los libros y todo, pero decidí venir a mi país”, dijo.
Tomó el programa en línea que tiene en música Berklee, pero
estos programas tuvo que costearlos él. Según el artista, haber aceptado esa
beca significaría que ahora “quizás fuera un saxofonista ingeniero en sonido y
no El Prodigio”.
El jazzista reconoce que su determinación para formarse fue
la clave por la que pudo lograr la originalidad melódica de sus creaciones.
“Estudiar música fue una ventaja, mi música no sería lo mismo si no hubiera
tenido la oportunidad de estudiarla”, concluye.
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